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El Mensaje Eterno del Pesebre​

 

Cada diciembre, las calles se llenan de luces, canciones y sonrisas. Pero detrás de todo ese brillo hay una verdad más profunda y eterna: la Navidad celebra que Dios decidió acercarse a nosotros. No envió un mensajero, ni un ángel, ni una señal en el cielo… envió a Su propio Hijo.

La Escritura declara:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” — Juan 3:16

Ese amor tomó forma humana en un pesebre en Belén.

El Salvador no nació en un palacio, sino en la humildad, para recordarnos que ningún corazón está demasiado lejos o demasiado roto para recibirlo. Su nacimiento trajo esperanza al mundo entero.

El profeta Isaías lo anunció siglos antes:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado… y se llamará Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” — Isaías 9:6

Y cuando los ángeles se presentaron a los pastores, proclamaron una noticia que todavía resuena hoy:

“Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.” — Lucas 2:11

La verdadera Navidad no es solo una fecha, ni un evento cultural.

La verdadera Navidad es Cristo viniendo a reescribir la historia humana… y también la tuya.

Él vino a traer perdón, restauración, propósito y vida nueva.

En tiempos donde muchos sienten incertidumbre, ansiedad o soledad, el mensaje del pesebre sigue siendo el mismo: Dios está con nosotros.

Emmanuel no es un nombre simbólico; es una promesa viva:

“…y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.” — Mateo 1:23

Te invitamos en esta temporada a abrir tu corazón y permitir que Jesús sea el centro de tu Navidad. Que Su paz gobierne tu hogar, que Su luz ilumine tus días y que Su amor te recuerde que nunca caminas solo.

¡Jesús es la Navidad… y donde Él llega, siempre nace la vida!

 

¡Bendiciones del cielo!

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Elizabeth   

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